Madurez necesaria


1Corintios 1:7
“De tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.”
Es interesante observar que, inmediatamente después de mencionar la existencia de carismas en el seno de la congregación, pasó a referirse a la división existente entre ellos.
1Corintios 1:10
“Os exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que os pongáis de acuerdo y que no haya más disensiones entre vosotros, sino que estéis completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer.”
¡Dones espirituales no es sinónimo de espiritualidad!
La inmadurez no es causada por la falta de conocimiento. Los corintios eran grandes admiradores de la sabiduría y la erudición. Pablo les amonesta sobre esto en los capítulos uno y dos. En 1Cor.3:18,19, les aconseja: ‘obtengan la sabiduría en la fuente adecuada. Porque la sabiduría de este mundo es locura para Dios’ Y nuevamente en 2Cor.10:5, dice “… y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. No, una educación mejor, tan admirable y deseable como parezca, no es la respuesta a la inmadurez espiritual.
La inmadurez no es necesariamente resultado de una falta de buena enseñanza. Los corintios tuvieron la mejor enseñanza. Pablo dijo que la habían recibido del Espíritu Santo.
1Corintios 2:12,13
12 “Y nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente.”
13 “De estas cosas estamos hablando, no con las palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, interpretando lo espiritual por medios espirituales.”
¿Puede alguien mejorar esto?
De modo que los corintios poseían todos los dones, estaban bien enseñados en la Palabra, y tenían los mejores maestros. Sin embargo, aun así, ¡eran carnales y niños!
¿Cuáles son entonces los síntomas de inmadurez en esta iglesia?
Un síntoma común es el egoísmo. Los niños son egoístas. Fíjense en las primeras palabras que llegan a articular. “Yo, mío y mí”. Igual ocurre con los niños espirituales, tengan la edad que tengan. Estos corintios se denunciaban entre ellos porque se sentían ‘defraudados’ (1Cor.6:7). ¡Egoísmo! Hacían un uso incorrecto de sus libertades cristianas sin pensar lo que ello podría acarrear a otros.
1Cor. 8:9; 11-13
9 “Pero mirad que esta vuestra libertad no sea tropezadero para los débiles.”
11 “Así, por el conocimiento tuyo se perderá el débil, un hermano por quien Cristo murió.”
12 “De esta manera, pecando contra los hermanos e hiriendo sus débiles conciencias, contra Cristo estáis pecando.”
13 “Por lo cual, si la comida es para mi hermano ocasión de caer, yo jamás comeré carne, para no poner tropiezo a mi hermano.”
¡Egoísmo! Se llenaban de comida en los ágapes mientras sus hermanos más pobres pasaban hambre ¡Egoísmo! Bebían hasta emborracharse sin pensar en las consecuencias ¡Egoísmo! Eran ignorantes en lo concerniente al uso adecuado de los dones espirituales. No eran ignorantes acerca de los dones, los tenían todos, pero si acerca de su lugar y propósito. Los corintios usaban los dones para su auto-edificación (satisfacción propia), práctica que Pablo reprendió en los capítulos del 12 al 14.
Un segundo síntoma de inmadurez espiritual es la división. Los corintios estaban divididos entre sí en torno a diferentes personalidades. Había el partido de Pablo, el de Apolos, el de Pedro y el de Cristo (1cor.1:12). Cuando Clemente de Roma escribió a esta misma iglesia en el año 97 d.C., 38 años después, se enfrenta con idéntico problema, la división. ¡La inmadurez! Pablo quiere hacerles comprender la relación entre el infantilismo y la división poniendo juntos ambos conceptos en 1Cor. 3:1-9).
El otro síntoma de un desarrollo espiritual detenido era la tolerancia del mal en la iglesia. Su sensibilidad hacia el pecado se había cauterizado. Lo que antes les repelía, ahora ya no les afectaba. No veían nada malo en litigar ante los tribunales. La inmoralidad en la iglesia no les molestaba. La indulgencia en los pecados de la carne, de los que habían sido liberados al principio, estaba ampliamente extendida y era aceptada. La glotonería y la borrachera eran algo común en la mesa del Señor. ¡Qué situación más deplorable! Y aún así los corintios creían que habían alcanzado una buena talla espiritual, demostrada por la presencia de dones espirituales (principalmente lenguas) que les situaban, en su opinión, por encima de las otras iglesias y de Pablo mismo.
Fue para corregir este concepto erróneo y para impedir que la iglesia continuase resbalando que Pablo escribió esta primera carta a Corinto. El centro de la epístola está en los capítulos 12 a 14, en los que el apóstol corrige los errores fundamentales concernientes a los dones. ¿Por qué fueron dados? ¿Cómo fueron repartidos? ¿Cómo debían ser usados? Si Pablo puede conseguir que los corintios acepten su corrección en los asuntos derivados de estas preguntas, todas las dificultades estarán en camino de desaparecer.
Desgraciadamente, Pablo no tuvo éxito. El conocimiento limitado que tenemos de la iglesia de Corinto nos muestra una asamblea que continuó en la misma línea descrita en las epístolas y que eventualmente murió con su ciudad. ¡Un fracaso y una tragedia! Pero las cartas (inspiradas por el espíritu Santo) continúan vivas, amonestando, enseñando, corrigiéndonos a nosotros que vivimos en otra sociedad ‘corintia’ con un fenómeno llamado ‘corintianismo’ extendiéndose por las iglesias. ¿Vamos a caer en las mismas faltas de esta iglesia primitiva o aprenderemos de ellos y atenderemos el consejo del Espíritu Santo, a través de Pablo?

Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.

Pr. Juan Carlos Rebrej
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